Hace diez años nadie quería ser pastor en Cataluña. Muchos ganaderos se veían obligados a vender sus rebaños porque no encontraban a nadie para pastorearlos. La tendencia se ha invertido y el oficio ya no parece tan denostado a juzgar por el creciente interés que despierta la Escuela de Pastores de Cataluña. Este año se han presentado 55 aspirantes, de los cuales han sido seleccionados 18. “Estoy aquí por vocación, porque me gusta vivir conectado a la naturaleza y a los animales”, exclama Yeray Yánez, uno de los alumnos que el pasado lunes inició las clases teóricas en la localidad de Montenartró (Pallars Sobirà).
Un total de 90 alumnos han pasado por la Escuela de Pastores de Cataluña en los últimos cinco años. El 70% ha conseguido desarrollar su proyecto en el sector ganadero. La mayoría proclama que ser pastor es una vocación latente que ha despertado en un momento crucial de sus vidas. “Me imagino un día de pastoreo con el zurrón, con los alimentos necesarios para sobrevivir en la montaña y sin móvil. Solo conectado a la naturaleza y pendiente del rebaño. Y si alguien quiere algo de mí, que venga a verme”, señala Yerai, canario de 35 años.
No todos orientarán su futuro pastoreando rebaños, sino formando parte de una nueva generación que nada tiene que ver con la ganadería tradicional, sino con la agroecología. Tras recibir la formación, tendrán que empezar de cero, pocos de ellos proceden de familias payesas.
Toni Cantón, manresano de 29 años, quiere emprender un proyecto pedagógico basado en la influencia del mundo rural en la educación. “Todavía hay niños que no saben cómo se obtiene la leche”.
María Abadías, barcelonesa de 27 años, aprovechará sus estudios de biología y de agricultura ecológica para poner en marcha algo ambicioso: una explotación ovina ecológica en una finca familiar, abandonada desde hace tiempo en la Vall del Bac, en l’Alta Garrotxa. “Mi idea es empezar con ovino para carne y lanas de calidad y después ampliar el negocio con caballos, vacas, apicultura ecológica y turismo rural. Será mi proyecto vital y quiero ganarme la vida allí”.
Algunos alumnos han dejado el trabajo para iniciar un nuevo camino profesional, tan desprestigiado como incierto, ya sea como pastor o ganadero. Entre los que han optado por un cambio radical están Gonzalo, ingeniero naval, y Arnau, educador social.
La Escuela de Pastores es una iniciativa de la asociación sociocultural Rurbans, que trabaja en la dinamización de la comarca a través de oficios tradicionales. El éxito alcanzado en los cinco años que lleva en funcionamiento sorprende a sus responsables, que temen por su continuidad. “La Generalitat nos debe los últimos tres años, unos 55.000 euros, y no sabemos cuánto aguantaremos”, señala Vanesa Freixa, coordinadora del proyecto.
El curso cuesta 500 euros. Después de un mes de clases, realizan cuatro meses de prácticas en una explotación, donde trabajarán junto al propietario a cambio de manutención y alojamiento. El perfil del aprendiz es el de una persona de 30 años. El 60% procede de Barcelona y solo el 8%, de Lleida.
Fuente: El País
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